Abuela

Hola, abuela. Perdona que te escriba a esta hora, pero soy incapaz de dormirme, aquí estoy, acordándome de ti. No voy a exagerar y decir que me acuerdo a diario, pero bastante más de lo que podrías creer: cada vez que llego a Huelva o a Málaga, cuando las cosas me salen bien con los alumnos, con mis pequeños éxitos…

¿Sabes que tengo grabadas todas nuestras llamadas? La mayoría de las otras las he borrado, total, para qué, pero las nuestras no. También es cierto que ni ahora soy capaz de escucharlas.

No me puedo creer que haga más de dos años que te fuiste; menos de un año después vino un virus que nos tiene enloquecidos, que casi nos alegramos de que te lo ahorraste, y desde entonces es un poco como que el tiempo se ha suspendido, o que se ha roto, no sé. A la vez seguimos adelante y estamos atorados en el mismo sitio, no sé si podrá parecerse de alguna forma a lo que vivisteis en la guerra.

Me siento muy culpable por la poca paciencia que tenía contigo (bueno, y con los demás quizá, pero a los demás que los zurzan). No sé, soy así, pero quizá podría haber intentado serlo menos. Aunque sigo igual por ejemplo con mis padres, no te creas que aprendo.

En fin, solo quería decírtelo. Te quiero mucho.